Expressa’t: Un lobo en el bosque de Cerdanyola
Un lobo se pasea por el bosque de Cerdanyola, sale a pasar el rato y a ver al resto de los animales del bosque. Cuando lleva un rato en su paseo cae en la cuenta de que los osos no aparecen, deben pues estar durmiendo. Los osos son los más fuertes de los animales en este bosque, tienen fama de ganar todas las peleas, pero buscan cualquier excusa para irse a dormir con lo cual se pierden muchas cosas interesantes. Sea por el frío, porque están cansados de la última pelea, porque hay poca comida o porque están hartos de comer… Por lo que sea los osos están durmiendo. El lobo piensa que no hay manera de meterse con un oso, lo mataría. Aunque con un buen plan y unos cuantos compañeros quien sabe.
El lobo se encuentra entonces al ganado cimarrón, son vacas y toros, fuertes y orgullosos de sus poderosos cuernos. El lobo piensa que estos animales antes no estaban en el bosque, eran ganado doméstico pero se han echado al monte. Ahora van paciendo por todo el bosque pisandolo todo y mugiendo muy alto para que todo el mundo se entere de que están ahí. Son casi todo vacas y, como tales, les apasionan los toros. El lobo las ve como poco más que una montaña de carne, ya le gustaría meterle el colmillo a una pero con esos cuernos y esas coces que dan es peligroso. Claro que con unos buenos compañeros, un plan adecuado: se podría.
El lobo se encuentra entonces con los jabalís, los jabalís han estado siempre en el bosque y ahora están indignados, le cuentan al lobo que las vacas y los toros andan pisoteando el bosque de mala manera, que estropean la comida y ensucian los ríos, se ponen a criticar a los demás animales que no hacen nada para evitarlo, si por los jabalís fuera en ese mismo momento irían a colmillazos contra ellas y las echarían del bosque. Pero aquí nadie hace nada, son todos unos cobardes… El lobo piensa que él no se metería con los jabalís, ni por mucha hambre que tuviera, de todas formas tampoco los jabalís le quitan la comida como hacen los osos.
Después de haber visto a los jabalís el lobo se va a hablar con las ardillas, siempre hay que hablar con las ardillas porque ellas van de árbol en árbol todo el tiempo, están ahí arriba y se enteran de muchas cosas que al lobo le interesan. Las ardillas son muy listas, ellas no se bajan del árbol y así evitan los problemas. Son muy simpáticas y buenas conversadoras, el problema que tienen es que andan siempre buscando comida por los árboles, lo mismo les da un árbol que otro y se cambian de árbol según convenga. Luego se ponen a acumular comida y empiezan a echar cuentas, a guardarlo todo y pensar en cuento tienen y como obtener más, en ese punto se ponen muy ariscas y ya no hablan con nadie porque detestan que alguien les haga equivocarse en sus cuentas y porcentajes. A veces los jabalís van a pedirle a las ardillas que les den algo de comer, casi siempre de mala gana las ardillas les tiran algo porque si no los jabalís se ponen muy violentos y pegan cabezazos en los árboles como si los quisiseran derribar. En caso de necesidad las ardillas saben que pueden conseguir apaciguar a casi todos los animales con esa estrategia. El lobo piensa que si pudiera subir a los árboles quizás probaría la carne de ardilla.
El lobo sabe bien que las ardillas no son las que están arriba del todo aunque ellas se lo crean, por encima, escondidos en un risco, están los halcones. No se les ve salvo cuando salen a volar, pero él sabe que están ahí. Los halcones lo ven todo desde ahí arriba y creen saberlo todo, pero el lobo no está de acuerdo, él piensa que las ardillas con su estrategia saben más cosas porque ven los detalles. El lobo no teme a los halcones porque sabe que no podrían atacarle, pero no hay que fiarse: de vez en cuando, entre los halcones, vive un águila. Ya hace tiempo ningún animal podía pasearse tranquilamente por el bosque porque entre los halcones había un águila, solo los osos no habrían tenido que preocuparse por ella, pero resultó que estaban durmiendo por algún motivo. En su mente el lobo va trazando planes sobre como subir al risco, con ayuda de algún otro animal o como sea y encargarse él mismo de los halcones y sus polluelos, tiene que haber alguna manera.
El lobo llega entonces a donde viven los zorros, los zorros están reunidos hablando de algo, importante o no. El lobo es amigo de los zorros pero no consigue nunca llegar a ninguna conclusión hablando con ellos. Los cónclaves zorrunos son interminables, hablan todos sobre cualquier tema ya que creen ser todos muy inteligentes porque, ciertamente, son muy astutos. El problema que tienen es que nunca acaban sus coloquios porque les entra hambre y tienen que salir a cazar ratas y conejos para comer. Cuando el lobo iba a estos debates procuraba matar primero un ciervo o una cabra lo suficientemente grande como para darle de comer a los zorros y que no tuvieran que levantar la reunión a medias para irse a cazar. El lobo piensa que es mejor matar un bicho bien grande o -mejor aun- unos cuantos y comer hasta hartarse para luego tener tiempo de hablar. Este lobo no entiende que los zorros no matan un ciervo porque no pueden así que tienen que comer ratas y conejos y estar todo el día cazando.
Llega entonces el lobo a donde están los linces, al lobo le dan mucha lástima los linces porque quedan cada vez menos, son inteligentes y elegantes pero casi están extinguidos, de hecho no queda más que una camada. Los linces tienen que competir por la comida con los zorros, esconderese de los osos y esquivar las coces de las vacas salvajes. Lo tienen tan difícil que alguno, de vez en cuando, se sube a un árbol y procura vivir en paz con las ardillas lo cual, ciertamente, es imposible. Parece que no vaya a quedar un lince en pie, pero el lobo sabe que, años atrás, cuando el águila andaba todo el día volando para buscar linces y comérselos nunca pudo encontrarlos a todos. El lobo no parece preocuparse porque él mismo está más solo que los propios linces, ya vendrá algún lobo de algún sitio. En el bosque siempre hay un lobo.
El lobo ha olido algo: en el bosque hay nuevos animales, son parecidos a él pero son otra cosa, el lobo ha encontrado a los perros salvajes. Hay una jauría entera, no son nada precavidos, todo el bosque debe haberse enterado ya de que están ahí, son aguerridos y van todos juntos a donde haya que ir. Lo mismo si hay vacas que osos que jabalíes, no les amedrenta nada, o son verdaderamente muy fuertes o son unos inconscientes. El lobo no lo sabe muy bien, tendrá que ir a conocerlos. Todos los animales les tienen miedo, estos perros antes debían tener dueño, debían ser esos animales que viven con los taimados humanos que los explotan, los esclavizan y los matan, como es que ahora son libres? En verdad se han rebelado? No vendrá algún humano detrás de ellos? El lobo, que es muy curioso, se va a averiguarlo.
Desde un árbol el viejo buho lo ve todo, al viejo buho no le importan vacas ni osos, jabalíes, zorros, linces ni halcones, ni tampoco los perros ni las ardillas ni le teme a los halcones, demasiado viejo es ya! Al viejo buho le preocupa el bosque, el lo observa todo y sabe lo que hay que saber: Quien ha cortado los árboles, quien ha ensuciado el río, quien ha contaminado los campos y ha cegado las fuentes. Eso es lo que hay que saber.
Article d’una ciutadana.