Expressa’t: Los mismos perros con distintos collares
Con estos términos describen muchos ciudadanos a los miembros y miembras de la casta política, no por sus “verba” (palabras), sino por sus “facta” (obras), como reza el lema del Ayuntamiento de Cerdanyola. Y creo que lo hacen con toda la razón del mundo. En efecto, no se trata de que los responsables políticos, de cualquier nivel, no hagan cosas, sino de que no las hagan bien. Esto ya lo expuso D. Diderot (s. XVIII), cuando escribió: “No basta con hacer el bien: hay que hacerlo bien”.
He hecho este introito para referirme a lo que ha sucedido y está sucediendo en el Parque de la Riera del Barrio Canaletes de Cerdanyola del Vallès. Este parque es el mejor tratamiento médico y el mejor medicamento para los vecinos del barrio y del pueblo-ciudad de Cerdanyola: desde que despunta el día y hasta después de que las tinieblas de la noche instalen el luto cotidiano, miles de personas (niños, adolescentes, jóvenes, maduros y personas de la tercera edad) lo frecuentan, lo recorren y lo disfrutan.
Constatado esto, tengo que añadir que el estado de mantenimiento del parque deja mucho que desear. Basta con que caigan chuzos de punta para que los accesos y el camino central del parque queden impracticables, a causa del barro que renace de sus cenizas, en algunos sectores del parque, y de las profundas arrugas (regueros), que la lluvia deja tras su paso. Con muchas semanas de retraso, los responsables del Ayuntamiento intentan reparar una parte de los desperfectos con unas toneladas de arena que la próxima lluvia, como la mítica Penélope, destejerá y se llevará consigo. Por eso, creo que los responsables actuales del Ayuntamiento tendrían que seguir el consejo de A. Einstein: “si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”, es decir no sigas haciendo aquello que ya hacían, en el pasado, las autoridades municipales socialistas desalojadas del poder.
Aunque este despilfarro de recursos públicos es muy grave, es aún más grave que el Ayuntamiento haga dejación de sus funciones y no repare diligentemente todos los desperfectos causados por la lluvia. Hace años que los accesos al parque están impracticables para mis conciudadanos con dificultades de locomoción o que se desplazan en silla de ruedas y para los padres con moisés rodante. Todos ellos tienen vedado el acceso al corazón del parque.
No hace falta ir a la Universidad de Salamanca ni a la Universidad Autónoma, que tenemos aún más cerca, para encontrar la solución definitiva y funcional a las enfermedades crónicas del Parque de la Riera. Basta con labrar unas cunetas y se evitará la erosión producida por el agua; y basta con regenerar las partes del camino central del parque, donde el barro reaparece cada vez que llueve, con unas toneladas de grava y arena. Así de simple, así de barato, así de definitivo. Hacer esto es aplicar el tan manido principio de la “sostenibilidad” y gestionar los recursos del Ayuntamiento según los principios de la “calidad total” (hacer las cosas bien, desde la primera vez). Actuando así, los responsables municipales se podrán quitar el sambenito que los tilda de ser “los mismos perros con distintos collares”.
(*) Donde he escrito Cerdanyola del Vallès, invito a mis lectores a que escriban el nombre del pueblo (Almagarinos, Rubí, Bembibre, Tudela, etc.) o de la ciudad (Barcelona, Madrid, Bilbao, Valencia, etc.) donde viven; y donde he escrito “Parque de la Riera”, les invito a que pongan “glorieta de… o plaza de… o jardín de… o aceras… o escuelas de… o limpiezade…, etc. y tendrán una descripción del modus operandi de los maestros Ciruela (esos personajes que no saben ni leer ni escribir y ponen escuela) de la casta política que despilfarran los recursos de todos.
Artículo de Manuel I. Cabezas González.