Sabrina, la veïna de Cerdanyola que ja va denunciar públicament en 2013 la difícil situació per la qual passa des de fa ja sis anys, ha publicat un vídeo per denunciar, en primera persona, el seu cas de violència de gènere.
Sabrina Treviño ha publicat un vídeo per explicar, en primera persona, la violència de gènere que ha patit arran d’una antiga relació i de com aquesta mateixa relació la va afectar fins al punt que els mateixos bancs no van voler negociar una dació en pagament de l’habitatge que compartien.
La por existeix
“El miedo si existe, porque lo conzco, sé como es y sé de lo que puede ser capaz”. Amb aquestes paraules Sabrina reflexa al vídeo la por que té, una por que no desapareix i que “respira de manera contínua”. Sabrina diu que els malsons que tenia al principi han desaparegut, però que encara no ha pogut deixar les pastilles per poder dormir, perquè “el miedo está ahi, está detrás”.
Ex-parella, judicis i bancs
Una antiga relació sentimental va marcar la vida de la veïna Sabrina. Aquesta jove va vendre la seva casa, que tenia en propietat, per comprar-se un pis a Cerdanyola amb qui fou la seva parella. Sabrina va posar tot els seus diners en el nou habitatge, i la seva ex-parella es va comprometre a pagar la hipoteca. Aquesta situació va canviar quan van aparèixer els maltractaments i la negativa de la parella a continuar pagant la hipoteca amb l’únic objectiu de continuar fent mal.
En un judici ràpid Sabrina va aconseguir una ordre d’allunyament d’un quilòmetre, però dos ans després la seva ex-parella, denunciada per violència de gènere, va quedar absolta. Va ser quan Sabrina, davant d’aquesta difícil situació, va decidir marxar de Cerdanyola, que ja s’havia convertit en un infern per ella.
Al seu patiment psicològic per motius de violència, es sumaven els patiments per poder mantenir dos habitatges: el de la seva nova localitat i el que encara tenia a Cerdanyola. Per posar-s’ho més difícil, la seva ex-parella va impedir que vengués o llogués el pis.
Silenci. Consciencia social.
Fa un any la cerdanyolenca va gravar una peça teatral sota el títol “Silencia. Consciencia social” amb l’objectu de sensibilitzar a la societat. A l’obra, Sabrina conversa amb una amiga sobre el silenci de la societat davant els maltractaments psicològics -violència de gènere-.
La Marea es va fer ressò de la notícia
El mitjà de comunicació independent “La Marea” va publicar, en el seu número 9, un article de la periodista Núria Varela sobre Sabrina que adjuntem a continuació.
Sabrina Treviño tardó cuatro días en abandonar Cataluña después de que el juez que dictó sentencia en el juicio de malos tratos contra su pareja le absolviera. La sentencia fue tan sorprendente que la fiscalía no se limitó a recurrir, directamente pidió la repetición del juicio argumentando que “el juez había incurrido en error”. Pero el juez no enmendó y su “error” no fue absolver sino condenar a una víctima.
La historia se remonta casi una década. Sabrina estuvo cinco años en pareja con un hombre que la maltrataba sin dejar rastro. “Mientras no te toque, mientras no te ponga la mano encima no me pasará nada”, le decía el tipo. Y así fue. El maltratador no se equivocaba. La estaba matando pero no dejó ningún rastro para el juez. Sabrina nunca tuvo un parte de lesiones.
Eso sí, aguantó 13 operaciones, una dura batalla por la supervivencia por una mezcla explosiva: enfermedad+maltrato. Sabrina sufre endometriosis, una enfermedad canalla que afecta únicamente a las mujeres por lo que no está ni muy estudiada ni muy bien tratada. Consiste en el crecimiento del tejido endometrial fuera del útero. En algunos casos graves, los quistes pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo y a ella ya le han afectado además de los ovarios y la matriz, al colon, el recto, los riñones… Enfermedad canalla sí, pero no tanto como el hombre con el que compartió su vida, o un simulacro de vida.
Cuando la situación se hizo insostenible, acudió a una asociación de mujeres que la acompañaron durante unas semanas pero asustadas ante el riesgo que corría, acudieron a los Mossos d’Esquadra. Éstos telefonearon a Sabrina y le pidieron que acudiese al cuartel esa misma tarde. “Estuve horas hablando con ellos y me pidieron que le denunciara, que vivía en una situación real de riesgo, pero yo estaba aterrorizada. No podía ni pensar en denunciarle, me moría de miedo. Ellos me pidieron que acudiese a cualquier hora que lo necesitara e incluso me dieron pautas de protección:
_¿Tienes ventana en el baño?
_Sí.
_Pues ante el riesgo, enciérrate en el baño y grita para que te ayuden los vecinos.
_Grábate nuestro teléfono en el móvil…
Sabrina tardó un mes aún en armarse de valor. Consiguió superar el pánico y denunciar a su pareja el día que éste le puso un cuchillo en el cuello. Tras la denuncia se celebró un juicio rápido y el juez le dio una orden de alejamiento de 1kilómetro. Algo inusual -suelen ser de 200 o 500 metros…- por lo que se supone que el juez calibró muy elevado el riesgo. Sin embargo, el juicio penal tardó dos años en celebrarse y el agresor fue absuelto.
Todos vieron el riesgo para la vida de esta mujer de 42 años… salvo el juez. No solo la fiscalía, también los Mossos, quienes a pesar de la sentencia, le pidieron que les permitiera hacerle seguimiento, que la llamarían cada mes, que les llamara ella ante cualquier movimiento sospechoso que viera a su alrededor e incluso pusieron en antecedentes -de manera extraoficial puesto que la ficha del caso del maltrato quedó destruida tras la absolución-, a la policía del lugar de residencia actual de Sabrina quienes también le han brindado apoyo.
Pero Sabrina ya tenía la sentencia condenatoria. No tiene hijos así que su ex pareja utiliza otro arma para seguir maltratándola: la hipoteca. “Es muy duro irte, abandonar tu familia, tus amigos, todo, para salvar tu vida… Es muy duro vivir con la muerte acechándote y que me hayan condenado de por vida”.
Sabrina tiene una incapacidad total por lo que no puede trabajar y cobra 350 euros de pensión. Cuando comenzó a convivir con su ex pareja, ella tenía un piso en propiedad, él vivía de alquiler. La convenció para que lo vendiera y se compraran uno a medias. Ella accedió. Vendió su piso, puso todo el dinero que había cobrado con el acuerdo de que él pagaría la hipoteca, pero como el banco no le daba el crédito si no figuraban los dos así lo hicieron. A pesar de todo, firmaron un documento ante notario en el que él reconocía como suya esa deuda y cualquier circunstancia como consecuencia del impago de la misma. Así fue hasta que Sabrina le denunció. En ese momento -y hace ya cuatro años-, dejó de pagar. Hasta hoy. Sabrina inició entonces una disolución de condominio y el juicio tardó tres años. Tres años que arruinaron a su familia que se hizo cargo de todos los gastos. Un juicio que ganó incluso antes de celebrarse puesto que el juez, antes de la vista, obligó a su ex pareja a que firmase un documento en el que autorizaba la venta del mismo. “Él continúa maltratando sin tocarme, como siempre me dijo… mientras no te ponga la mano encima. Pero con guante blanco. No solo no paga sino que se negó, aludiendo a su condición de copropietario, a alquilarlo o venderlo. Él tiene dinero y yo no, así de fácil. Un dinero que cobra en negro, en amarillo y en verde puesto que cualquier sueldo que declare lo tiene embargado por la madre de su hija, por no pagarle la pensión… un prenda, vamos.”
Al banco no le vale el documento privado, Sabrina ganó el juicio pero no consigue que su ex pareja pague: “No puedo pasar página. Ahora estoy atada a una deuda que me consume a mí y a mi familia y que no es mía. A este hombre no le para nadie y él no va a parar… Seguirá así hasta el infinito”, asegura.
Sabrina tuvo que volver a superar el miedo, salir del anonimato, coger una cámara y grabar un video en youtube contando su situación. “No sabes a dónde acudir. Te dicen, denuncia, y tú lo haces y recorres el camino que te marcan y ves que el sistema no funciona, que te faltan herramientas, que te tienes que proteger tú misma y que estás condenada a vivir con terror y atada a un pasado que no puedes romper. Ahora el propio sistema me arrastra de por vida por una deuda que no es mía. A pesar de toda la propaganda oficial, a los maltratadores, a quienes abusan, no hay quien les pare los pies”.
Hace apenas un mes, Sabrina organizó una concentración, apoyada por la gente que la quiere y por un puñado de movimientos sociales, bajo el nombre de Funeral de una mujer en lucha. “Nace de la desesperación -explica-. Así es como me siento. Estoy viviendo con la muerte encima”.
Quizá el caso de Sabrina solo sea uno más en este tsunami que desde hace un par de años nos ha inundado de situaciones complicadas, de vidas truncadas, de familias desesperadas… algunas hasta el suicidio. Pero quizá sea la metáfora de un sistema que no funciona y que celebra el funeral en vida de cualquiera a quien la vida le ataca por la enfermedad, el maltrato o una hipoteca imposible de cancelar. Pero… mientras no te ponga la mano encima…