Cerdanyola huele a vertedero

La mayor parte del municipio de Cerdanyola se encuentra dentro del parque natural de Collserola. Lejos de la imagen poética de una ciudad verde, contamos con un récord muy poco agradable: 17 vertederos.

Cerdanyola se ha convertido en el gran vertedero del Vallès. Los problemas no se detienen en el enigmático caso del vertedero de Can Planas: contaminación del suelo, especulación urbanística, falta de transparencia a la población… El vertedero más joven de la ciudad, el Elena, situado detrás del acelerador de partículas, no solo es uno de los últimos modelos de vertederos que parece hacer desaparecer la basura bajo tierra con la aplicación de la última tecnología y que además atrae a muchos gestores de residuos. También genera problemas.

Al principio iba a contener únicamente residuos inertes y llenarse según un régimen preestablecido. Luego, inesperadamente, la empresa Puigfel (la “hábil” gestora del vertedero, que ha hecho negocio en Cerdanyola llenando nuestra tierra de basura enterrada durante muchos años) incrementó la tasa de llenado del vertedero. Después nos hemos dado cuenta que en el vertedero no han ido únicamente residuos inertes. Cualquiera que vaya por la ronda del Sincotrón en dirección a la Universidad Autònoma de Barcelona notará un olor nauseabundo (especialmente por la mañana), parecido al que se puede oler en los cubos de materia orgánica de nuestra cocina cuando echamos en ellos materia orgánica (restos de comida, etc.).

Y es que debajo de ese vertedero hay materia orgánica en descomposición, fermentándose, y liberando gases producto de las reacciones químicas. Las balas con las que se llenaron el vertedero Elena (procedentes del contenedor gris), no solo contenían materiales inertes no reciclables, sino que también contenían restos de materia orgánica y de materiales reciclables (que la gente vierte en esos contenedores; ¡no todo el mundo recicla!).

Cerdanyola ha vuelto a ser víctima de una política de residuos nefasta, que se basa en el tratamiento de los residuos por cualquier vía (vertedero, incineración, exportación…) más que en la reducción de los mismos (intentar cerrar el ciclo de vida de los productos). Pero, obviamente ha sido una víctima pasiva, pues nuestros gobernantes han permitido que los vertederos se establezcan en nuestro municipio y hasta han hecho negocio con ello.

Y también han permitido, como podemos ver (y oler ahora), que la ciudadanía se “trague” literalmente la basura.

Carlos Hernández.

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