Deuda y decrecimiento. El ejemplo de Pescanova

La que ha sido una de las mayores cinco firmas mundiales del sector de la pesca ha confirmado que no puede pagar sus deudas y que acude a concurso de acreedores. Estos días se leen muchos artículos sobre Pescanova con la temática habitual: el estrangulamiento financiero, exceso de endeudamiento, mala gestión y, al fin, imposibilidad de refinanciar ni de pagar la deuda. Ni un solo artículo que yo haya encontrado analiza la causa de la caída de la empresa pionera en el mundo de la tecnología del procesado y congelación de la pesca en alta mar, todas se centran en lo que, para mi, son consecuencias y no causas de su ruina.

Ni un solo artículo explica la realidad tan simple y desasosegante que nadie quiere ver: La incesante caída del volúmen de capturas. Aunque el pescado es, por suerte, un recurso renovable, su explotación excesiva hace que se comporte como un recurso no renovable: las capturas hace ya años que llegaron a un límite a partir del cual no aumentaban y han bajado poco a poco. Fruto de esta realidad las entidades financieras llegan a una conclusión muy simple: han pescado por encima de sus posibilidades (en realidad de las posibilidades del planeta) y nunca podrán pagar lo que deben porque no lo podrán pescar. Es bien sencillo.

Que esto le suceda a la empresa pionera en tecnología del sector bien sirve para demostrar que, como alertábamos en un artículo anterior, cuando se trata de un problema de recursos la tecnología no resulve nada sino que agrava todavía más el problema puesto que solo se consigue agotar antes el recurso explotado. El capitalismo, no obstante, no entiende estos matices y los mismos que han financiado estos desarrollos técnicos ahora no pueden cobrarlos porque simplemente el recurso no está ahí en cantidad suficiente. Y, por suerte, hablamos de un recurso renovable y sobre cuya explotación existen normas y acuerdos internacionales aunque sean insuficientes. Si se siguiera pescando al nivel actual para 2050 se estima que no tendríamos pescado, claro que eso no va a suceder porque pescar al nivel actual implicaría un gasto energético que no se podrá mantener.

Es también útil observar como la alimentación se transforma en un sector crítico interrelacionado con los precios del combustible cada vez más caros a causa del agotamiento del petróleo del que hemos hablado también. Siendo el petróleo el combustible que se usa para extraer casi cualquier recurso a nivel industrial, su encarecimiento coincidiendo con el hecho de que el recurso a extraer sea menos abundante suma un cóctel explosivo: Cuanto menos abunda el recurso es más difícil de extraer y se necesita más energía, si además esa energía es más cara se llega a un punto de suma cero en que el recurso no se extrae, así de sencillo. Lógicamente cualquier inversión que se haga en mayores medios técnicos complica el problema y además genera una de tantas deudas impagables de las que hemos hablado también. Así como lo vemos cláramente en la pesca lo iremos viendo también en otros sectores como la agricultura industrial que deben su productividad al gasto desmesurado de combustibles fósiles.

Este artículo puede parecer pesimista por el hecho de que no propone ninguna solución. Pero es que la solución pasa por entender que en este sistema no existe solución alguna. El ejemplo de las inversiones en tecnologís que complican el problema, las inversiones en medios que el mercado ha decidido ‘libremente’ durante años nos muestran que el hecho de que como sociedad no hayamos podido decidir dónde y en qué invertimos los recursos que tenemos ha llevado a una crisis de deuda imposible de pagar. Lo mismo da que hablemos de la deuda de Pescanova, de las 50 refinerías de petróleo cerradas o en proceso de cierre en toda Europa porque no tienen petróleo que refinar o de las centrales nucleares obsolteas y peligrosas, al final de su vida útil que no sabemos como desmantelar. Hemos dejado que el mercado tome las decisiones estratégicas y el mercado nos ha mostrado que toma decisiones equivocadas. El mercado no es eficiente en la gestión de los recursos, es eficiente en convertirlos en dinero y el dinero, en todas las sociedades en que ha existido, cuando los recursos escasean y el sistema se quiebra pierde todo su valor, íntegramente. Eso sí, el sistema se empeña en señalarnos al vecino del quinto que ha dejado de pagar la hipoteca porque no puede como peligroso terrorista que va a los escraches, que ha vivido por encima de sus posiblidades y culpable único y absoluto de la crisis de deuda y los recortes ‘inevitables’. En esto último, al menos, no mienten del todo: si no cambiamos el sistema los recortes son ciertamente inevitables ya que en un sistema que requiere despilfarrar de todo, cuando todo falta, o se cambia el sistema o se excluye a cada vez más gente del mismo.

Jorge Haro.

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