El caso de Chipre y la seguridad de los depósitos bancarios

El sistema bancario occidental se basa históricamente en un principio: Los depositantes son los últimos en perder dinero si un banco quiebra; el depósito es la forma más segura de guardar el dinero. Esto no quiere decir que un depósito no pueda perderse puesto que un banco podría llegar a quebrar totalmente y no tener dinero ni para cubrir todos los depósitos. Esto ha sucedido alguna vez.

Cuando en 2008 se inició la crisis bancaria con la quiebra de “Lehman Brothers” los gobiernos mundiales se apresuraron a garantizar a sus ciudadanos que los depósitos eran totalmente seguros. De hecho en la mayoría de países se procedió a aumentar la cantidad que el propio estado garantiza si se diera el peor de los casos y el banco no pudiera ni cubrir todos los depóstios.

El sistema es muy simple: si un banco quiebra los dueños del mismo que son los acccionistas lo pierden absolutamente todo. Si aun falta dinero los propietarios de preferentes son los que pierden, luego vienen los bonistas, que son los que han hecho un préstamo al banco con una escala según el tipo de bono. Así, por ejemplo, antes de que un solo ciudadano pierda un solo euro de su depóstio en el banco X todo el que haya prestado algo a X lo pierde literalmente todo. Normalmente los mayores acreedores de los bancos son otros bancos más grandes, estos son los que perderían el dinero. Si una vez que se haya subastado hasta la última oficina, el último ordenador y el último activo del banco aun faltase dinero entonces el estado empieza a pagar los depósitos garantizados con el límete fijado legalmente, en la mayoría de países, entre ellos España, 100.000 euros. Lógicamente si el estado tampoco tiene dicho dinero entonces importa ya poco la regulación del sistema porque el sistema en sí habría dejado de existir en ese caso. Así ha funcionado el sistema siempre.

Es sabido y está publicado hasta la saciedad que en la pirámide de endeudamiento en la que estamos metidos las deudas están interconectadas, es sabido que la quiebra de Grecia, por ejemplo, hubiera arrastrado a diversos bancos europeos importantísimos, no digamos ya la de España. Es sabido que hay bancos sistémicos a los que hay que salvar porque si no el sistema en sí se hunde. Todo esto lo sabemos porque nos lo explican los mismos propagandistas del sistema, curiosamente argumentando que el sistema funciona y que no existe alternativa alguna.

El caso de Chipre, en el que los depositantes van a empezar a perder una parte de su dinero (a estas horas se ignora cual) pone fin al sistema bancario occidental. Por primera vez en la historia los depositantes van a empezar a perder su dinero no porque el banco haya quebrado sino precisamente para evitar que los bancos quiebren. Ha habido comparaciones con el ‘corralito’ argentino, aunque el resultado sea parecido el fondo no tiene nada que ver: el ‘corralito’ se produjo cuando Argentina no pudo pagar su deuda pública y eso arrastró a bancos y empresas privados. En el caso de Chipre los depositantes pierden dinero para que Chipre y los bancos de Chipre puedan seguir pagando a sus acreedores que son, en su mayoría, bancos europeos. Observarán ustedes que es muy diferente.

Como lo fueran el feudalismo o el mercantilismo, el capitalismo es el sistema de poder de nuestro tiempo. Una característica fundamental de un sistema de poder es que quienes detentan dicho poder no están obligados a someterse a las normas que ellos mismos dictan, aunque proclamen lo contrario. Algunos propagandistas del liberalismo están estos días explicándonos lo malo que es el gobierno chipriota o lo mala que es la decisión de los políticos en este caso. Razonan bien desde el punto de vista jurídico, pero es que lo que se dirime aquí no es un debate jurídico sino un debate de poder. El poder no puede en este caso obedecer sus propias normas y sostenerse en el poder y, por tanto, no las obedece o las cambia por sorpresa y con los bancos cerrados ante un ciudadano indefenso y estupefacto.

Si las instituciones aplicaran la doctrina jurídica que regula el sector financiero en este caso comenzarían a quebrar bancos por toda Europa, de hecho esto lo sabemos desde 2008 porque nos lo dijeron ellos mismos. Bancos quebrados hay muchos por toda Europa y el mundo, y estados quebrados unos cuantos también, si dichas deudas que no pueden ser pagadas dejaran de pagarse efectivamente no solo estarían quebrados los bancos problemáticos sino los que tienen un tamaño gigantesco que son quienes les han hecho los préstamos. Hemos visto que las deudas se hacen públicas, que los activos ‘tóxicos’ se los queda un banco público, recortes en presupuestos, etc. Ahora vemos que el sistema bancario invierte la relación de prioridades, lo más importante no es ya que el dinero esté seguro en el banco sino que sea el banco el que esté seguro ya que sin banco no hay dinero. Esto es completamente normal desde el momento en que hemos dejado que sea el sector bancario el que emita y regule la emisión de moneda, cosa que hemos permitido de hecho. El sector financiero controla al mismo tiempo la oferta y la demanda de moneda mediante el crédito y el cobro más el interés de dichos créditos.

Y si después de todo esto se está usted preguntando si su dinero está seguro en el banco me disculpo por no haberme explicado mejor, porque la respuesta es obvia: Usted no tiene ningún dinero en ningún banco.

Jorge Haro.

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