Ideas en acción | ¿Por qué debemos organizarnos?
Los movimientos sociales y los espacios de lucha son los lugares donde los y las activistas desarrollamos nuestra labor para construir la oposición a los ataques del sistema, pero también para establecer vínculos con personas diferentes e involucrar a gente nueva que siente la necesidad de hacer algo para cambiar las cosas.
Así, son espacios donde, como activistas, damos impulso a las luchas, nos relacionamos y crecemos, al menos por parte de aquellos y aquellas que vemos la importancia de construir una respuesta amplia que vaya más allá de la propia organización política.
Sin embargo, estos espacios no son constantes: tienen subidas y bajadas, o incluso pueden desaparecer. Ésta es una gran limitación para poder articular una respuesta sólida. Debemos tener claro que a pesar de ser muy positivos para crear redes y acercar posturas con gente muy diversa, si nos diluimos en estos espacios podemos caer en la desmovilización cuando éstos languidecen. En este sentido las organizaciones revolucionarias juegan un papel clave a la hora de mantener viva esta llama y dar continuidad a las luchas y a la gente que participa.
Como activistas nos acostumbramos a encontrarnos con un dilema eterno, y es que vemos la existencia de muchos frentes de lucha importantes y nos gustaría participar en todos, pero esto es imposible. El hecho de participar colectivamente nos permite estar en muchos frentes a la vez, incidiendo en la orientación que creemos deben tomar y trabajando en su construcción y expansión. Mediante la organización revolucionaria nos podemos sentir representados en decenas de movimientos, a la vez que en aquellos movimientos donde participamos como activistas, nosotros representamos al resto de compañeros y compañeras.
Por otro lado, como activistas individuales tenemos una fuerza limitada a la hora de luchar contra el sistema. Las organizaciones multiplican nuestra fuerza y nuestra coordinación para hacer que la lucha sea más fuerte. No sólo tenemos compañeras detrás para reforzar un espacio o una lucha concreta cuando es necesario, sino que nos aporta a los y las activistas un cuerpo teórico, un análisis estratégico y un espacio de reflexión y debate que nos permite clarificar qué hacemos y hacia dónde ir; preguntas que siempre surgen durante el construcción de estos espacios.
Si bien las luchas pueden estallar de forma espontánea, la formación de un polo de oposición sólido y fuerte, así como la continuidad de estos movimientos, está fuertemente condicionada por la participación de colectivos, ya sean sindicales, sociales o políticos. Lo hemos visto en Túnez y Egipto, donde las huelgas y luchas obreras, junto con el trabajo conjunto de las fuerzas de oposición a los regímenes totalitarios, han sido un elemento clave para el triunfo de las revoluciones democráticas. La implicación de las organizaciones revolucionarias en este proceso —como la de la organización hermana de En lucha / En lluita en Egipto, las y los Socialistas Revolucionarios— ha sido clave a la hora de animar a la gente a salir a la calle y luchar. También lo será a la hora de mantener vivos los espacios de autoorganización de base creados durante la revolución y hacer ganar confianza a la gente que ha participado. Así se pueden llevar más allá las luchas, contrarrestar la influencia y superar las contradicciones de los grupos reformistas (como los Hermanos Musulmanes), así como mantener viva la llama revolucionaria que puede acabar llevando a una revolución social.
En el Estado español, nos encontramos con un ambiente muy diferente al de los países árabes. Aquí, el pactismo y el pesimismo hacen que las luchas no sean masivas y que las victorias sean más bien escasas. Sin embargo, es obvio que el malestar de la población no hace más que crecer debido a los recortes sociales que estamos sufriendo. Las organizaciones revolucionarias también tienen una fuerte razón de ser aquí, funcionando para conectar a la gente más radicalizada, así como ayudando a dar una orientación ante los diferentes debates políticos del momento. El hecho de formar parte de una corriente internacional de organizaciones —como es el caso de En lucha / En lluita— nos aporta información de primera mano de todo aquello que no sale en los medios de comunicación y nos permite tener una visión menos sesgada de la realidad.
La época de las grandes movilizaciones, e incluso de las revoluciones, volverá tarde o temprano a sacudir el primer mundo y no podemos esperar hasta entonces para organizar la respuesta. Hay que fortalecer y dar impulso a las organizaciones revolucionarias para que, una vez llegado el momento, tengamos la legitimidad suficiente, la experiencia y la fuerza necesarias para hacer triunfar la revolución y llevar el mundo hacia un nuevo orden más justo.
Diego Mendoza es militante de En lluita / En lucha.
Artículo publicado en el Periódico En lucha / En lluita.