Expressa’t: Del bilingüismo y los bilingües

Artícle d’opinió de Manuel Cabezas

Según uno de los preceptos de la ley mosaica, no se debe tomar el nombre de Dios en vano. Ahora bien, en Cataluña, no parece que los miembros y “miembras” de la casta política, de los sindicatos, de asociaciones varias e incluso muchos de los profesionales de la enseñanza sean respetuosos con este precepto “desacralizado”. Y lo mismo puede decirse de muchos padres mal informados y manipulados. En efecto, cuando de cuestiones lingüísticas se trata, todos utilizan, casi siempre o siempre, el verbo en vano. Hoy quiero centrarme en el uso y abuso de los términos “bilingüismo” y “bilingüe”.

En Cataluña y también en las otras CC. AA. con dos lenguas co-oficiales, hay muchas personas (cf. ut supra) que utilizan la enseñanza y el sistema educativo como un medio para conseguir objetivos políticos y no, como debería ser, para que eclosionen y se desarrollen todas las potencialidades de los niños, de los jóvenes y de los ciudadanos. Entre otras muchas, están las potencialidades lingüísticas, que son fundamentales, básicas y condición sine qua non, para formar y preparar a los ciudadanos de Cataluña. De estas capacidades lingüísticas dependen, en efecto, el presente formativo y el futuro laboral, económico y social tanto de los jóvenes estudiantes como de los futuros ciudadanos y trabajadores.

Cuando se abordan cuestiones lingüísticas, los “pecadores” precitados repiten, como un mantra, como los de Fuenteovejuna, las mismas incongruencias o mentiras, que repugnan al sentido común, a la lógica más elemental y a las aportaciones de las ciencias del lenguaje y de la educación; y que entran en contradicción, además, con las constataciones empíricas. A pesar de esto, ellos repiten y repiten que “el modelo de inmersión ha sido y es un modelo de éxito”, que los “alumnos dominan las dos lenguas” al final de la escolaridad, que no hay diferencias en las competencias lingüísticas en español entre los jóvenes españoles de Cataluña y los de otras CC. AA. monolingües,… En suma, que los jóvenes españoles de Cataluña son bilingües: dominan y practican el bilingüismo catalán-español o español-catalán, tanto monta, monta tanto. ¡Qué forma de utilizar el verbo en vano! Veamos.

Los términos “bilingüismo” o “bilingüe”, como por otra parte cualquier otra unidad lingüística, están preñados de significados distintos, y denotan o refieren a realidades extralingüísticas muy diferentes. Por eso, merece la pena detenerse a analizar los contenidos semánticos de estos dos vocablos y el uso interesado y partidista que se hace de ellos por parte de los defensores del modelo de inmersión lingüística. En efecto, ¿de qué tipo de “bilingüe” o de “bilingüismo” están hablando aquellos que aseveran que el modelo de inmersión lingüística es un modelo de éxito que conduce al bilingüismo, a un dominio equilibrado de las dos lenguas? Ante la falta de una definición precisa, operativa y aceptada por todos, los lingüistas hemos abandonado la empresa de elaborar nuevas definiciones del bilingüismo. Y, por eso, se prefiere proponer tipologías, que ponen el acento sobre aspectos particulares del contacto de lenguas.

BILINGÜISMO SOCIAL E INDIVIDUAL. El bilingüismo es una de las consecuencias del contacto de lenguas. En efecto, hablar de bilingüismo o contacto de lenguas es referirse a la presencia simultánea de dos lenguas en una comunidad humana (Cataluña, por ejemplo) o en una persona determinada (muchos de los ciudadanos de Cataluña). El lugar del contacto de las lenguas está en el origen de una primera tipología básica del bilingüismo, que distingue el bilingüismo social o de grupo y el individual. Ahora bien, el concepto de “bilingüismo individual” es un concepto relativo o variable. En efecto, aquellos que calificamos de bilingües tienen, en general, competencias lingüísticas diferentes en las dos lenguas. Por eso, se suelen distinguir diferentes grados y, por lo tanto, diferentes tipos de bilingüismo individual, que van desde un “bilingüismo maximalista” (el locutor bilingüe tiene un comportamiento de locutor nativo en las dos lenguas, Bloomfielddixit) a un “bilingüismo minimalista” (el locutor bilingüe sólo tiene una competencia mínima en alguno de los cuatro skills (competencias lingüísticas básicas: comprender, hablar, leer y escribir) de una de las lenguas, según Macnamara).

TIPOLOGÍA DE BILINGÜISMOS INDIVIDUALES. Entre estos dos tipos extremos de bilingüismo, se da una variada gama de bilingüismos intermedios, que dependen de una serie de factores (nivel lingüístico conseguido, edad de adquisición, estatus sociocultural de las dos lenguas, adhesión e identificación cultural y lingüística, etc.). En función del nivel lingüístico alcanzado, se distinguen también dos tipos. Por un lado, el bilingüismo equilibrado (o perfecto o ambilingüismo o equilingüismo): el bilingüe tiene una competencia equivalente en las dos lenguas y, por lo tanto, puede funcionar eficazmente con cada una de ellas; excepto en casos muy excepcionales, se trata de una utopia, de un bilingüismo ideal; y se correspondería con el “bilingüismo maximalista” de Bloomfield (cf. ut supra). Y, por el otro, el bilingüismo desequilibrado (o imperfecto o asimétrico o dominante): aquí, la competencia lingüística en las dos lenguas es diferente; en efecto, siempre hay una lengua, en principio la lengua materna, en la que la competencia lingüística es mayor; este bilingüismo desequilibrado responde a una concepción relativista, pero realista y objetiva.

TIPOLOGÍA DE BILINGÜISMOS INDIVIDUALES IMPERFECTOS. A partir de este relativismo realista del bilingüismo imperfecto, se suelen distinguir diferentes niveles de desequilibrio en las competencias del locutor bilingüe y, por lo tanto, nuevos tipos de bilingüismo. Entre éstos, hay que citar el “semilingüismo”: concepto elaborado por lingüistas finlandeses y suecos para caracterizar las producciones lingüísticas en finlandés y en sueco de niños finlandeses residentes en Suecia. Estos niños tenían lagunas y experimentaban importantes retrasos, tanto en L1 (finlandés) como en L2 (sueco), en relación con sus camaradas monolingües (finlandeses y suecos). Estos niños eran a medias o parcialmente bilingües (cf. “semi”= medio). Este “semilingüismo” está más próximo del llamado bilingüismo funcional minimalista que del maximalista (cf. ut supra) y del “bilingüismo sustractivo o negativo” (el aprendizaje de una L2 se hace en detrimento de la L1, la materna) que del aditivo o positivo.

Este bilingüismo depauperado y desequilibrado es el que propicia el tan cacareado “modelo de inmersión” o de “escuela catalana”, que puede y debe ser puesto en relación con la “hipótesis del déficit” y la “teoría de los dos códigos” de B. Berstein. En efecto, las producciones lingüísticas, tanto en catalán como en español, de los jóvenes españoles de Cataluña denotan tales lagunas y deficiencias que uno está habilitado para hablar de “semilingüismo” y de “diglosia”. Además, si nos fijamos en los contenidos culturales o enciclopédicos (Umberto Eco) adquiridos por los escolares catalanes y vehiculados por sus producciones lingüísticas rencas, habría que hablar también de bilingüismo “acultural” y “anómico”, tanto en español como en catalán. Los correctores de las PAU corroboran tanto lo uno como lo otro y lo mismo constatamos, cada año, en las nuevas hornadas de estudiantes que llegan a la universidad. Por lo tanto, tildar de “modelo de éxito” al “modelo de inmersión de la escuela catalana” es tomar el verbo en vano, es un sarcasmo, una tergiversación y una manipulación de la realidad, apreciación avalada también por un estudio de campo de la Fundación Jaume Bofill, que no es sospechosa de ser anticatalanista: “Catalunya té un dels nivells d’abandonament escolar prematur més elevat de la Unió Europea, i un dels nivells de formació de la població jove més baix’.

Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).

©Manuel I. Cabezas González (www.honrad.blogspot.com)

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